Mis experiencias de trabajo organizativo en equipo van desde organizando estudiantes, pasando por proyectos organizativos con campesinos y colonos en México, hasta organizando trabajadores inmigrantes campesinos y de construcción en Estados Unidos.
En una de las Experiencias organizativas que tuve solíamos decir: “Un buen equipo hace un buen Proyecto”; y esto es verdad, pero le añadiría otros dos componentes más: Una buena estrategia y suficientes recursos (humanos, legales, tecnológicos, económicos, etc). Entonces diría: “Una buena ESTRATEGIA y suficientes RECURSOS, más un buen EQUIPO PUEDEN HACER UN BUEN PROYECTO.
Mi experiencia me ha dicho que si falta uno de estos tres componentes difícilmente pueden lograrse los resultados deseados, sin ser una fórmula matemática ni una receta milagrosa.
Las titulo experiencias “humanas” porque ésa es la perspectiva desde donde quiero abordarlas.
Mientras todas las experiencias sean “humanas”, todo estará a merced de la condición humana (condiciones subjetivas) y la manera en que nos plantamos ante las ‘condiciones objetivas’ relacionadas con cada uno de los proyectos organizativos.
Al compartir estas experiencias no pretendo en mi análisis ni un rigor científico ni filosófico manejando términos sociológicos, psicológicos, pedagógicos, tecnológicos, ni muy académicos en mi análisis, sino enfatizar la parte “humana” de lo que para mí es el ser humano integral: esa fusión de mente, cuerpo, espíritu, emociones, sentimientos, conciencia…
También debo aclarar que ninguna experiencia de equipo, haciendo trabajo organizativo de base, es ni puramente ‘colaborativa’ ni puramente ‘cooperativa’; ha habido siempre una mezcla de las dos perspectivas. En algunas se ha enfatizado más el aspecto cooperativo que colaborativo, y en otras al revés. Ni color negro ni blanco donde hay fronteras muy delimitadas, sino con muchos claroscuros.
Al compartir estas experiencias quisiera “abrir el diálogo” donde todos aprendemos de todos –como diría el gran educador, Pablo Freire- y generamos un conocimiento colectivo, sin los afanes capitalistas de privatatizarlo todo, tentación tanto para izquierdistas como derechistas.
Al relacionar estas experiencias con “los resultados” tendría que abordar el concepto del poder, y el concepto del poder es un poco ambivalente que no se puede medir en kilos o calcular en metros, y esto es asunto para otro momento. Lo que me interesa compartir por ahora son los resultados ‘empíricamente’ de nuestro trabajo organizativo, desde mi perspectiva.
Voy a seleccionar algunas de las 15 experiencias organizativas que son parte de mi vida y que me parecen más significativas donde pueda rescatar los elementos más valiosos del trabajo colaborativo.
Primero describiré el contexto de la experiencia, luego comentaré acerca del quehacer organizativo del equipo para desde ahí analizar los elementos del trabajo colaborativo y hacer un comparativo al final con algunas conclusiones abiertas para continuar el diálogo sobre otros componentes valiosos de estas y otras experiencias de este tipo.