No tengo hijos, pero tengo un sobrino (de 12 años) a quien le pongo ciertos límites. Hay ciertas cosas que no permito: no quisiera que esté en una red social” Tim Cook, CEO (Director general) de Apple.
Si ya estaba asustada, acabo de asustarme más! Porque los niños y adolescentes se apoderaron de las redes sociales con nuestra ayuda. Porque les proveemos de dispositivos y acceso a Internet sin control, sin mayor conocimiento que el de tener una cuenta en “feis”, whatsapp, instagram y si ya vamos un poco más allá, Twitter para compartir y “departir”.
Ya con mi atención en el asunto, veo que no es el primero ni el único en opinar al respecto.
Están también Steve Jobs, Bill Gates y dicen que recientemente Chamath Palihapitiya un alto ejecutivo (y de los más importantes) que se hizo muy rico en Facebook. Hoy es CEO y fundador de Social Capital creada para apoyar proyectos que arreglen los problemas más graves de la sociedad. Dice: “Facebook está destruyendo como nuestra sociedad funciona” “Los ciclos de retroalimentación a corto plazo impulsados por la dopamina que hemos creado está destruyendo el funcionamiento de nuestra sociedad”. Y yo digo ¡OMG! !¿Y ahora quién podrá ayudarnos?! Si ya estamos metidos en la vorágine tecnológica y no hay manera de ir para atrás. Cómo podremos salvarnos para salvar a los niños y adolescentes que son el “futuro” de nuestra sociedad. Con tanto conocimiento, interacción y comunicación a un clic y sin control. Porque no lo tenemos aunque creamos que sí… lo acabo de comprobar. Sé que tampoco podemos darnos el lujo de estar fuera, porque la tecnología y el Internet son “maravillosos”.
Aunque los que saben del tema dicen que las redes sociales están provocando adicción y que eso en los más jóvenes es peligroso, porque están en plena formación de su personalidad. Sólo habría que poner atención en nosotros mismos cuando Telmex se “molesta” porque no pagamos a tiempo y nos corta el internet. Primera reacción en la familia, desde el más chico hasta el más grande es un grito desesperado y desgarrador que transforma nuestro rostro y nuestro entorno se vuelve sombrío. (igualito a la pintura de El grito de E Munch, búsquenla y me platican).
Decidimos que si sólo tenemos lo suficiente para comprar el gas (se acabó y no tendremos el fin de semana) o pagar el “Internet” al unísono es ¡¡¡el Interneeettt!!! Nosotros los adultos podemos dejar de bañarnos y recalentar comida en el micro dos días pero no vivir sin las redes sociales ¡porque además necesitamos el internet para el trabajo! Somos los que sabemos controlarnos. No me imagino esa sensación de soledad, abandono y de no tener qué hacer sin internet en los más pequeños; porque hemos centrado la vida familiar en la nube, dependiendo cada vez más. Tenemos que comenzar a hacer algo al respecto… Nos preguntamos de dónde salió esa forma de hablar, de actuar, de ver a la familia, de ver la amistad, el amor, la responsabilidad, sino identificamos a nadie en el entorno de nuestros hijos con esas “maneras”. Porque éste ya no es lo que era, se ha extendido y los adultos no acabamos de comprender que ahora su “entorno” es el mundo y todas las diferentes culturas con sus claroscuro y que el equilibrio tendría que venir de la familia comunicada y fuerte emocionalmente.
Dicen que cada cabeza es un mundo, yéndonos por lo bajito, nuestros hijos tienen en promedio 1500 contactos ¿Ya nos damos idea de todos los mundos que traen encima influyendo en su formación como personas? Ahora comienzo a entender porqué los creadores del “gran monstruo” alejan a los más jóvenes de su familia no permitiéndoles el uso de dispositivos y de las redes sociales ¡Alertándonos además!. La cosa es ¿seguiremos en la misma dinámica de alimentar con cerebros frescos al monstruo o ayudaremos a los más jóvenes a dominarlo, a usar su tamaño y fuerza a su favor? ¿Cómo? Desconectándonos de vez en cuando por lo menos 24 horas sin dispositivos, cero computadoras, laptops, tablets, celulares, etc (todos apagados y guardados donde no estén a la vista) para volver a conectar con nosotros mismos y nuestro núcleo familiar. A esto le llaman “desintoxicación digital”. Otra idea, volteemos a ver la inteligencia emocional ¿Control de las emociones? Pero “esa es otra historia”.