Hablar de privacidad y de inseguridad en Internet y las redes sociales en estos momentos es complejo, la sociabilidad se ha mudado a la red. Y queremos compartir las cosas buenas que nos pasan, y también las demás. Las comunicaciones en estos tiempos son muy abiertas y las fronteras han sido derrumbadas y por ende los límites prácticamente no existen.
Hablar de privacidad y seguridad en la familia se ha vuelto difícil porque no logramos comprender los alcances de Internet en nuestras vidas. Es una herramienta increíble que nos ha abierto las puertas del mundo con información a raudales, como nunca en la vida habíamos tenido... ni en nuestros sueños más extraordinarios. Todo lo que imaginemos que podemos “googlear” ahí está, a un clic. Me sorprende y me asusta la posibilidad de no tener que aprender porque con una sola tecla resolvemos cualquier duda en el tema que sea. Por ejemplo yo ya no necesito saber cómo hacer galletas porque tengo al alcance miles de recetas explicadas paso a paso. Los estudiantes tienen miles de tutoriales para aprender sus temas de matemáticas; y digo “sus” porque son tutoriales con las actividades de los programas escolares. Y así podría ir de situación en situación, donde a veces por reír un poco he dado búsquedas sobre temas inverosímiles y siempre hay un resultado ¡Compruébalo! Esta es la parte bonita pero está la otra, donde con cada búsqueda, cada test (del tipo que sea), cada publicación que hacemos, cada like que damos… cada acción que realizamos estamos dando información que es utilizada de diversas formas. Información robada, vendida, compartida para un y mil fines. No por nada cuando buscamos cuánto cuesta un colchón, todavía días después aparece publicidad en nuestro muro con ofertas de colchones. Y decimos ¡Pero que inteligente es el “feis”! ¿Cómo supo qué busqué?! Ya se les Irán ocurriendo otros ejemplos más.
Esta es la parte “amable” Pero está la otra, la que no conocemos mucho “la red oscura” la red donde no hay reglas, ni control, ni moral, ni conciencia. Y a dónde puede ir mucha de nuestra información, de nuestra familia, de nuestra vida. Es esa parte de la red oculta donde están los narcotraficantes, los traficantes de personas, pornografia infantil, y cosas por el estilo.
Justo ahora la policía cibernética junto a uber (sí, ese servicio de taxis con autos particulares) trabajan arduamente para impedir que una base de datos (robada o vendida, no recuerdo) llegue a la red oscura y hagan lo que les dé la gana con la información de sus usuarios.
¿Qué podemos hacer? ¿Qué está en nuestras manos y qué no? Es un hecho que no podemos quedarnos sin usar y aprovechar la tecnología a nuestro alcance. Menos impedir que los más pequeños y los jóvenes la utilicen. Creo que además de las cosas simples que nos aconsejan a través de las redes sociales: no des itinerarios “Ahora tomando café en la plaza de…” “Saliendo de casa rumbo a…” “Mi niño entrando a su escuelita en…”
Es tan difícil evitar compartir cómo estamos, cómo nos sentimos, por lo que estamos pasando; porque la comunicación se ha establecido a través de la “nube”. No me dejarán mentir, estamos en la mesa con los amigos pero justo en ese momento nos comunicamos con los celulares aunque estemos a 15 centímetros unos de otros.
Debemos fomentar la convivencia familiar, la comunicación verbal con los hijos y tener un control del uso de dispositivos en sus manos cuando son menores de edad, además de educarnos en las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) para conocer lo suficiente de, en qué andamos metidos y lo que podemos hacer como protección y vigilancia de los niños y adolescentes; porque es un hecho que no nos vamos a salir.